Los guantes de Pipo

En el colegio suelo improvisar cuentos en algunos momentos, sobre todo, cuando tengo que explicar alguna conducta no correcta, porque a través de un cuento, al ser más ameno, los niños lo asimilan mucho mejor.


Ayer tocó cuento improvisado, y como veo que tuvo mucha aceptación, lo escribo, ya que la verdad quedó genial.  Además, dió juego a que los niños respondieran y ellos mismos sacaran sus conclusiones y tuve muy buenas sorpresas.

LOS GUANTES DE PIPO

Había una vez un ratoncito llamado Pipo, que nació con un dedo menos en su patita derecha.  Su madre siempre le decía a Pipo que saliera a jugar con el resto de ratoncitos, pero Pipo sentía mucha vergüenza, nunca quería salir a jugar, porque pensaba que el resto de los ratoncitos se reirían de él por tener un dedito menos en su patita.

Pasaban los días y la mamá veía a Pipo mirar por su ventanita, cómo los demás ratoncitos jugaban, y siempre tenía una carita de mucha tristeza.

La mamá estaba muy preocupada,  por lo que habló con el papá y entre los dos tuvieron una genial  idea. 

Era invierno y fuera hacía mucho frío, por tanto la mami aprovechó ésto para hacerle a Pipo unos guantes muy calentitos del color que más le gustaba para sus cuatro patitas.  

Una vez que los terminó, fue a buscar a Pipo a su cajita, ya que estaba mucho tiempo metido allí.  

Pipo no quería hablar con su madre, pero entonces ésta le enseñó los guantes y Pipo comenzó a dar vueltas de alegría.  Le encantaban los guantes y sabía que si se los ponía para ir a jugar, nadie le vería la patita derecha.

No esperó más, se puso los guantes y salió corriendo a jugar.  Su madre estaba feliz, porque Pipo por fin había salido con los demás ratoncitos y además estaba feliz.

Pipo llegó donde estaban los demás ratoncitos y se presentó, todos se acercaron a ver aquellos guantes tan chulos que llevaba Pipo, y después lo invitaron a jugar a pillar.

Estuvieron jugando y divirtiéndose tanto, que en un momento del juego, Pipo no se dió cuenta que se le había caído el guante de su patita derecha y seguió jugando como si nada.

Se le acercó otro ratoncito para darle el guante, y cuando Pipo se dió cuenta que se le veía la patita, corriendo la escondió.  Los demás ratoncitos se acercaron y uno de ellos le preguntó:  ¿Por qué escondes la patita?  

Pipo no le contestó y les dijo que quería irse a su casa, pero otro ratoncito le dijo que se quedara que lo estaban pasando muy bien juntos.

Entonces Pipo se atrevió a enseñarles la patita, y todos se quedaron sorprendidos y uno de ellos le preguntó:  ¿Pero puedes jugar aunque te falte un dedo de la patita?

Pipo le contestó que sí, que no tenía problema que podía correr, saltar y todo lo demás.  Y otro ratoncito le preguntó, que porqué quería entonces irse a su casa, si lo estaban pasando tan divertido.

Y Pipo les contó que le daba mucha vergüenza que se rieran de él, y entonces para sorpresa de Pipo le contestaron: "Eso es una tontería, lo importante es que somos amigos".

Desde ese día, Pipo ya no tuvo más vergüenza de su patita derecha y solo usaba sus guantes para quitarse el frío.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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